lunes, 4 de enero de 2010

LA FELICIDAD DE LA IGNORANCIA


Pedro tenía el "poder de ver el futuro". Y ese simple hecho había acabado con su vida. Para empezar Pedro era un buen tipo. ¿Cómo es un buen tipo? No sé exactamento como es un buen tipo, pero como tiendo a ser algo violento les podría decir que un "buen tipo" para mí es aquel que veo saltarse la luz roja del pase de cebra y aún así, lo dejaría pasar sin echarle el carro encima y destriparlo. ¿Por qué? No sé porque. Tal vez por compasión, tal vez por pereza de lavar la sangre de la trompa del coche o tal vez porque sinceramente al ver a los ojos del pobre diablo me daría cuenta que hacerle daño a algo que ya está roto no tiene sentido.

Y eso era Pedro. Un juguete roto por dentro. Sí esos de que los ves en la caja y "parece" que está bien. Pero sacudís la caja y suenan piezas flojas adentro. Y justo esa pieza floja era su poder de adivinación: porque nunca lo ayudó a evitar lo malo, solo se lo anunciaba. ¿Confundidos? Yo al doble. Se supone que con un poder ver el futuro, el Pedro sería el tipo más aventajado en este suburbio de planeta. Pero no. Nunca el atinó al número de la suerte de la lotería, las novias siempre le ponían los cuernos y siempre, siempre andaba sin trabajo. ¿Cómo? Ya les doy un ejemplo.

Una vez Pedro "adivinó" que lo despedirían de X trabajo. Buscó calladito trabajo en otra parte, hasta que lo contrataron en Y. Con la sonrisa de la victoria en la cara renunció a su trabajo en X, le dió precisas direcciones anatómicas a su Ex-Jefe para que se guardara el puesto que el dejaba y silbando tranquilo, desalojó su escritorio. Apenas llego a Y tardó dos días en estar ahí y la empresa entró en crisis, el dueño Gringo huyó con el dinero y...adivinen... Pedro de paticas en la calle.

Y todo eso es porque su "don" era como un sentencia maternal, solo condenaba, pero no resolvía nada. Así que Pedro estaba resignado y todas las noches desde su ventana envidiaba la felicidad de todos los "ignorantes" que viven felices desconociendo su futuro. Y soñaba. Soñaba que se tiraba de puentes, soñaba que se acostaba en las líneas del tren y soñaba que ya no había que despertar... hasta que un día su sueño se cumplió...

Pedro estaba ordenando las últimas cifras en de la compañía "Me Aburro En Puta" cuando la premonición llegó como un balazo. Lo dejó frío, pálido, descompuesto. Tanto que en su negrero trabajo lo dejaron ir temprano a casa. Ahí otra vez lo asaltó la visión... Pedro supo justo en que día y mes y hora de ESE AÑO IBA A MORIR....

Primero lloró. Le parecía injusta la idea, porque no predecir algo más... no sé... Luego vino la cólera y con 2 botellas de whisky fue a reclamarle a gritos a Dios en una iglesia perdida en un pueblito. Por supuesto que fue arrestado y en la noche, con el cuerpo adolorido por los macanazos, le llegó una idea de esas grandiosas que solo la más soberbia borrachera puede dar, esas borracheras donde el cuerpo está tan aturdido que el alma sale a pasear y cuando regresa trae atado al dedo un cometa sublime sin saber ni como ni cuando, eso llegó a parar ahí.

Y en esa celda Pedro si hizo una promesa. Si iba a morir, iba a ser con estilo. Apenas saliendo de la cárcel sacó todas las tarjetas de crédito que pudo. Compró cuanta cosas se le negó de niño. Probó hasta el último de los placeres en las manos de las expertas mercaderes. En el trabajo llamó idiotas a los idiotas y levantó la voz cuando tenía la razón, aún así si fuera el mismo "jefecito santo" quién lo contradijera. Llamó a sus padres y les dijo lo que pensaba de ellos sin temer ningún mandamiento. Tomó aún más valor y marco un número que guardaba en un cajón desde la secundaria. Marcó y se presentó formalmente. Por supuesto que María lo reconoció al instante y luego de perder el tiempo con las preguntas de siempre, Pedro tomó aire y le dijo TE AMO DESDE QUE ENTRASTE POR PRIMERA VEZ AL SALÓN DEL 11-C, TE AMO AÚN AHORA QUE ESTÁS CASADA CON ESE PEDAZO DE MIERDA DE FERNANDO EL CAPITÁN DE NUESTRO EQUIPO DE BALONCESTO COLEGIAL, TE AMO AUNQUE NO EXISTA FUTURO PARA ESTO... y colgó.

Luego renunció al trabajo. Llegó y de un certero izquierdazo elevó al enano gritón de su jefe por encima de su escritorio. No sabe si se lo imaginó o fué cierto, pero los compañeros de trabajo le aplaudían mientras bajaba por las gradas. Pedro se sentía de película. Sacó todos sus ahorros y de tarjetazo en tarjetazo se fué a vivir la buena vida alrededor del mundo. Y bueno, en las calles de Praga llegó el día vaticinado: 10 del 10 del 2010 a las 10 am. En sus bolsillos solo había $300. En su alma en cambio había mucho, mucho. Irónico sentirse tan vivo el día de tu muerte. Sacó un porro y lo fumó lentamente, con exquisitez y realeza como cuando un león devora una gacela en África.

Camino al aeropuerto revisó sus bolsillos. Si ahí estaba el pasaje de tren que había comprado con anterioridad y que por dicha no había perdido en el último próstibulo. Un mendigo le pedió dinero, el le dió los $300, lo besó en la frente y le dijo -sé feliz-.

Se montó en el tren. A vivas voces dijo -Buenos Días- a todos los desconocidos. Buscó a la mujer más bonita y con los pechos más grandes. Arrancó el tren. Pasando por el túnel, la besó sin permiso y le tocó maliciosamente los pechos y antes de que llegara la cachetada, preciso como un reloj, el tren estalló. Pedro Chávez Ledezma acaba de cumplir con gran éxito su más fatal premonición y créanme, nunca fué tan feliz, como aquel día que murió.

En el cuarto de su suite 7 estrellas sólo encontraron a medida de carta suicida, una gran pared rayada con pintura spray que decía:

"No podés evitar el destino, pero podés evitar el amargarte por el"


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