martes, 9 de febrero de 2010

Nuevas lecciones de un viejo Rolling Stone


Mick tiene razón, por muchas monedas en la fuente de los deseos, muchas veces "No siempre obtenés lo que querés". Esa canción me hipnotiza, me pone en onda de recuerdos y a hacerle cosquillas al techo con la mirada. Debo admitir que suena un tanto derrotista, pero como todo buen BLUES, sólo es una queja armónica que ayuda al corazón a dejar las maletas del dolor dos estaciones atrás.

De inmediato me invade las ganas de fumarme un buen porro y el corazón narcotizado, extiende alas de luciérnaga y se escapa dejando un polvito fluorescente. Ya lo veo cayendo de techo en techo, transformándose en un gato de alquitrán con ojos amarillos. Lo veo avanzar con esa cadencia de león pequeño. Lo miro quedarse quieto con sus ojos de linterna amarilla abriendo la cerradura de la noche.

Luego vuelvo al cuarto. Al BLUES. Al sonido sordo de estar solo. Apago la música en un acto remoto y mientras la ducha caliente mata con su diluvio la peste a oficina en mi cuerpo, canto despacito y con voz aguardiientosa "You can't always get what you want". Luego cierro la llave del agua y desaparezco diluido gota a gota por la rejilla.

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