martes, 6 de octubre de 2009

-8:30 PM-



La espera me mata. Mi mente inquieta comienza a repasar todos los finales posibles. Empieza con uno al estilo de Gabriel García Marquez donde ella cruza el umbral del restaurante de Sushi y de repente se descubre mariposa y acordándose de sus alas de celofán decide volar lejos de aquí mientras mis ojos la siguen hasta perderse de vista.

O uno al estilo Casablanca donde el mayordomo de la familia de su novio gringo la envenena y yo me quedo en la mesa esperándola una eternidad mientras la banda del fondo toca “As Time Goes By”. La luz desaparece de mi mesa. Cierran el local. Y triste en medio de un escena en blanco y negro me marcho derrotado mientras paso a paso los faroles se apagan.

Tal vez Neruda pondría un mar de sarmientos entre los dos, acentuaría con fuego el eco de sus pasos, mientras dejaría que tristes redes cubrieran mi cara de naufragio abandonado. Y quizás cuando ella llegue como flecha hiriente a mi pecho, yo he cambiado tanto que no me reconoce y pasa como un buque fantasma mientras yo me lleno de corales.

Pero si tengo suerte. Mucha suerte. Quizás el que escriba la historia sea yo y la chica llegue a tiempo, la noche cierre sus pestañas y cuando su ojo abra como un amanecer, tal vez la luz nos vea juntos de nuevo, tal vez no ahora, pero en momento de esos con sabor de para siempre...

1 comentario:

Phiwe dijo...

esta muy bueno tu poema! para la ansiedad del enamorado que tiembla al pensar que no va a llegar!