lunes, 5 de octubre de 2009

-Inventario de Sábanas-


Me debo a varia gente. Si algún día me quitaran los retazos de vivencias que dejaron en mi piel, me quedaría solo el esqueleto de la duda y el temor de verme desnudo y desposeído de cualquier calor humano me haría verme como una momia sin sus vendas.

Me hicieron ser gigante y enano. Tonto e inteligente. Hubo algunos amores que tuvieron la decente tarea de querer mejorarme y abortaron la misión cuando el cohete de la buenas intenciones explotó a medio vuelo hacia el futuro. Otros más sabios o menos pacientes, solo dejaron la puerta abierta hacia el jardín por si quería entrar o salir, ya que más un perro vagabundo, soy un gato maleducado.

Y están los eternos, esos que sin ninguna razón aparente me hacen llorar con ciertas escenas de películas que alquilo, que me hacen mover en una burbuja nostálgica cuando tal canción suena en la radio o simplemente me toman desprevenido y me vacían los bolsillos de recuerdos al creer haber escuchado mi nombre pronunciado en esa manera tan particular como lo hacía X, Y o Z.

Pero al final o al principio de este inventario de sábanas, cuelga siempre en mis días de deshojar margaritas esa mujer perfecta, esa ballena blanca que nunca ha cazado el arpón de mi labia. A ella, que la conocí y la perdí le debo el inicio de estas humildes palabras.

1 comentario:

Ameyal dijo...

Qué bueno leerte de nuevo... No más que comentar. Lo que escribiste dice todo lo necesario.