domingo, 23 de mayo de 2010

Confesiones de un Muñeco de Madera Ebrio

Gente, ustedes me conocen. Por más hechizos, nunca dejé de ser un muñeco de madera. tal vez por eso algunas me dicen que soy un tálamo sin corazón. Que ardo con facilidad como todas las maderas, pero no soy bueno como "leña de hogar". Todos los días me siento extravíado en este mundo de carnes. Carnes que se exhiben en trajes de baño en los periódicos, carnes que avanzan como buques en llamas en las oficinas, carnes que apestan a cervezas y a salarios retenidos mientras se llenan de telarañas y perecen en los bosques encantados de algún burdel capitalino. Yo como soy de madera, todavía sueño con montañas, con mecerme con el viento, con perder hojas, con solo ser. Este traje de carne a medias me tiene sin cuidado. Es una casa cómoda, debo admitirlo, pero es un hogar con muchas necesidades. No es completo y sus urgencias no me piden luz de sol. Necesito luz de neón, aire de noche, savia de enredaderas femeninas. Saben que no miento. Bueno si miento, solo que ahora no me crece la nariz. Dejé de ser un personaje de fábulas para convertirme en esta lámpara opaca de las leyendas urbanas de las borracheras. A veces cuando siento este vacío en el alma, daría todas las astillas de mi alma por atrapar a la puta Hada Madrina y torturarla hasta que me convierta de nuevo en muñeco de madera. Ser un hombre de carne y hueso se siente como ser un árbol derribado, del que hacen leña las tristes hachas del pecado.

2 comentarios:

Púrpura dijo...

querido muñeco de madera, recuerda que aunque el ácido se penetra más en la carne, una caricia también...

Pao dijo...

De lo mejor que te he leído recientemente... se siente transparente, dolido, pero muy sincero y a la vez esperanzado...