La quise porque mando este amor a dormir con los peces. Porque no hubo red de palabras que pudiera capturar su escurridiza figura de sirena. No era mía. Nunca lo fue. Su amor era el mar y entre olas y olas ella dejaba que su cariño se repartiera. Yo era el puerto de desembarque. El cielo anclado a tierra para recuperar fuerzas para de nuevo regresar a ese mar de números y cálculos que poblaba su cabeza. La quise tanto, que nunca la quise cambiar. Sabía que después de las marejadas de horarios y los subterfugios de reuniones imaginarias, su dulce figura de agua salpicaría mi ventana y de nuevo...a soñar por momentos que éramos uno. Una noche después de la tormenta, se la llevó la ola de un quizás. Ya han pasado tres años y ni una carta en la botella ha tocado la orilla.
Yo sigo en el mismo puerto de siempre. Yo sigo queriendo de acá, hasta el infinito....
Yo sigo en el mismo puerto de siempre. Yo sigo queriendo de acá, hasta el infinito....
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