lunes, 29 de marzo de 2010

Diluyéndose

El nombre que nunca me abandonó es como de acuarela. El tiempo pasa gota a gota y diluye más su color, que ya ni recuerdo si su matiz era intenso. Si fue de tardes de sol cuando lo pronunciaba o su sola mención llamaba al aguacero. A veces siento que el nombre se hizo conjuro y ahora cuando muevo los labios para pronunciarlo, me quedo mudo y el recuerdo desaparece como las últimas notas de un piano lejano...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Se lee perfectamente la nostalgia... me encanta!!

Saluditos