lunes, 2 de noviembre de 2009

-Con las rodillas raspadas-


Aún me duelen las rodillas de acordarme la primera vez que traté de andar en bicicleta. Aún me recuerdo como embobado con el viento besándome la cara en medio de la velocidad, me dejé llevar por esa sensación lujuriosa de no ver los obstáculos que me hicieron zancadilla.

Aún me veo volar por los aires mientras pensaba más en mi bicicleta arruinada que en el golpe que me iba a llevar. De verdad que amaba más a esa bici que mí.

Me recuerdo lleno de polvo, raspado y adolorido. La bici intacta en una esquina me contemplaba feliz, total a ella la sacaron a pasear y eso era todo lo que le importaba.

Con aire de soldado caído en batalla, llevé a pie la bicicleta. Recuerdo estar contento por verla así intacta y bella. Y cuando me ardían los raspones, solo me sonreía.

Luego la sentencia bíblica de Mamá: no más bicicleta hasta que me cicatrizaran las costuras. Y como toda mala noticia viene acompañada, el maldito de mi primo vino de visita y el disfrutó la bici ese verano.

Me recuerdo ver a la bici brillando bajo el sol. Subir y bajar. Brincar rampas de tablas. Hacer llantón. Y se veía feliz. Mi bici se veía feliz sin mí. Me parecía injusto. Yo había comido tierra por ella y ella se veía feliz sin mí. Yo estaba cortado, adolorido y castigado y ella… ella andaba afuera feliz…con otro…

Las heridas cicatrizaron rápido y estuve listo para andar en bici. Lo malo es que mi primo y mi bici se habían “encariñado”…y como reza el dicho de mi familia “las cosas son de quien las necesita”, la p^&% bici ya se había ido con mi primo gracias al p*&& pensamiento comunista de mis padres.

Por lo menos, mi Tío tuvo algo de decencia capitalista y más tarde me envió un sobre con buen dinero por la bici. Admito que me gasté la mitad y la otra solo sirvió para comprar una Chopper vieja de segunda mano.

Pero esa. Esa fue mi bici. Donde yo sangré, ella pierdo la cadena. Cuando me estrellé, se le doblaron los aros. Cuando decidí aceptar el reto de bajar de una rampa de piedra interminable, los dos bajamos la mitad de la cuesta dando tumbos.

Desde entonces y hasta ahora, me he montado en muchas bicis (algunas mías, otras ajenas) y sin importar las veces que me cayera y me rompiera la madre, solo he amado esas bicis que en medio del orgasmo de la velocidad, también se hicieron m%$%# conmigo…

3 comentarios:

Ameyal dijo...

"solo he amado esas bicis que en medio del orgasmo de la velocidad, también se hicieron m%$%# conmigo…"

Eso me gustó mucho.

Viviana dijo...

Romeo esto me gusto.Viene desde tu corazon.Me gusta cuando la gente escribe desde el alma.Abrazos

*°·.¸¸.° Heidy °·.¸¸.°* dijo...

No fui muy bicicletera que digamos, y me recordaste una que otra cicatriz producto de ella... pero con este post, debo confesar que amé tus dos bicis

Saludos